Todos los gobiernos, al menos los gobiernos que he sufrido en mi vida, tienen un incontenible afán de decirnos lo que tenemos que hacer en todos los ámbitos de la vida. La herramienta que más les gusta es el anuncio en televisión (la "campaña de saturación", que diría Darrin Stephens).
Es bastante triste ver cómo se gastan el dinero de los impuestos que estamos obligados a pagar en decirnos lo que hemos que hacer. Desde luego, algunos mensajes dicen cosas que conviene hacer, sólo faltaba que nos dijeran cosas que nos perjudican. Pero, ¿quiénes son los apesebrados políticos para darnos recomendaciones gastando nuestro dinero? Recomiendan cosas que ellos no hacen, ya sabemos que están por encima del bien y del mal.
Por supuesto, los anuncios se los encargan a quienes ellos quieren. Es decir, a sus amigos o a quienes más les conviene. Así, la situación se resume en que estamos obligados a darles nuestro dinero para regalárselo a sus amiguitos y, además, nos dicen lo que hay que hacer para ser como ellos quieren que seamos. Un esperpento.
Últimamente me ha llamado la atención el que nos recomienda desayunar. Vale, desayunar está bien, pero no gasten mi dinero en decírmelo. Particularmente yo, y no soy el único, no puedo desayunar porque el vómito es inmediato. Y hay gente que prefiere comer algo a media mañana cuando se está más relajado o lo que sea. Pero ya lo han decidido, para ser buenos ciudadanos tenemos que desayunar.
Y si se ha propuesto cobrar algo más la atención hospitalaria a los fumadores porque no tienen "buenos" hábitos, ¿por qué no a los que no desayunamos? ¿o a los que no toman la cantidad de verduras que ellos deciden recomendar? ¿o a los que...?
Aquí tenéis el vídeo del desayuno:
viernes, 30 de noviembre de 2007
¡Despierta! ¡Obedece!
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