Hasta ahora podíamos ver por la calle mujeres de todo tipo. Mujeres altas, feas, jóvenes, delgadas, gordas, con más pecho, con menos trasero, guapas, bajas... En fin, de toda clase y condición. Unas gustan más, otras menos. Algunas gustan a la mayoría y otras sólo a algunos. Incluso las hay que con una sonrisa o un gesto pueden hacer que su físico pierda toda importancia.
Pero, ¿cómo hacemos que esa diversidad cuadre con la tendencia uniformizadora que quiere imponer nuestro gobierno y sus tentáculos? Esa que quiere llevar a que en los juegos del patio del colegio nadie gane ni nadie pierda. La que quiere que todos seamos lo mismo hagamos lo que hagamos, trabajemos más o menos; con total independencia del talento o del esfuerzo. ¿Cómo conseguir que de entre los millones de mujeres que viven en España no haya diferencias físicas? ¿Cómo lograr que todas encajen en un estereotipo fijo? Imposible. Millones de personas en un único tipo, inviable. Pero en tres, eso se puede intentar. Siempre es mejor tres que varios millones.
Y así hemos llegado a la primera fase de la uniformización. Sólo hay tres mujeres: campana, diábolo y cilindro. La excusa es facilitar que encontremos la ropa. Para eso han gastado el dinero de los contribuyentes. Como consecuencia se tendrán que diseñar tres piezas diferentes por talla, una para cada tipo de mujer, con el incremento del precio que eso conlleva. Una vez más los políticos toman decisiones, gastan nuestro dinero en llevarlas a cabo y no reflexionan sobre las consecuencias.
lunes, 11 de febrero de 2008
¿En qué grupo te ha tocado? ¿Campana, diábolo o cilindro?
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