miércoles, 18 de junio de 2008

No me quiten los riñones, que los necesito

Un curioso caso ha avivado en Francia el debate acerca de cuando una persona ha de considerarse muerta. Esto no es un asunto puramente científico sino que entra de lleno en el campo de la ética como es fácil entender.

A principios de este año (2008) un hombre de 45 años sufrió un ataque al corazón, para tratar de reanimarlo le hicieron un masaje cardiaco, pero no reaccionó. Entonces le trasladaron a un hospital cercano. Debido a una serie de circunstancias anómalas los esfuerzos por reanimarlo duraron más tiempo de lo habitual para pacientes cuyo corazón no reacciona. El corazón de este hombre estuvo hora y media sin latir. Le dieron por muerto.

Los médicos comenzaron los preparativos para extraerle los órganos y así poder aprovecharlos. Fue en ese momento cuando observaron que el "muerto" estaba comenzando a respirar, había actividad en sus pupilas y empezaba a dar señales de que sentía dolor. Finalmente su corazón volvió a latir. Varias semanas después el hombre podía hablar y andar.

El debate que se plantea es cómo definir cuando alguien pasa de ser un paciente en reanimación a ser un cadáver donante de órganos. Según Le Monde 13000 personas esperan en Francia un trasplante y más de 200 murieron en 2007 por falta de donantes. Para hacer frente a esta situación se creó un programa piloto que permite extraer órganos de nuevas categorías de pacientes. Este programa autoriza a 9 hospitales a realizar trasplantes con pacientes en parada cardiaca, uno de esos hospitales es al que fue a parar este señor. Gracias a este programa se han conseguido 60 órganos extra. Pero, ¿a qué precio se han conseguido esos nuevos órganos? ¿Quitándoselos antes de tiempo a personas que todavía podían vivir? Escalofriante.

Vía Mercury. Enlace.