Amanda Feilding tenía un extraño problema de salud. Se sentía agotada casi todo el rato. Pasó años buscando un buen cirujano que le hiciera una trepanación del cráneo ya que ella pensaba que eso solucionaría sus problemas. A los 27 años de edad se hartó y decidió perforarse ella misma el hueso. Utilizó un taladro eléctrico de dentista que se manejaba con un pedal y se protegió los ojos para evitar que la sangre le impidiera ver. Primero hizo una incisión con un escalpelo y después comenzó la operación. Perdió casi 1 litro de sangre pero quedó satisfecha con su trabajo ya que al poco rato comenzó a encontrarse mejor. Ahora intenta promocionar los beneficios que esa práctica, la trepanación, puede conllevar.
martes, 23 de diciembre de 2008
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