Inés vive en una zona rural de México, en una aldea de 500 habitantes con un solo teléfono. Corría el año 2000 y estaba embarazada de su octavo hijo. Cuando rompió aguas se encontraba sola. Con la experiencia de sus partos anteriores adoptó la postura correcta para dar a luz. Doce horas después el bebé no nacía y los dolores eran terribles. En una situación similar Inés había perdido otro bebé, así que, para evitar repetir la amarga experiencia, decidió hacerse una cesárea a sí misma. Bebió algo de alcohol y cogió un cuchillo de 15 centímetros de hoja. Con él comenzó a cortar piel, grasa y músculo. Una hora después alcanzó el interior de su útero y consiguió sacar sano y salvó al bebé, le cortó el cordón umbilical con unas tijeras. Después se vendó las heridas y avisó a su hijo de 6 años para que fuera a buscar ayuda. Varias horas después llegaron para llevarla al hospital, a 8 horas de viaje en coche. Allí la operaron para reparar los daños que se había ocasionado en la autocirujía, sobre todo en los intestinos. Se recuperó completamente.
lunes, 29 de diciembre de 2008
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